
Memorias de las memorias.
Invitadas e invitados especiales.

Por: MARÍA PAULA HERRERA DURÁN
PSICÓLOGA
Especializta en estudios Feministas
Prácticas y apuestas en el Dorado
El barrio el Dorado, presenta una oportunidad para construir apuestas de construcción de paz desde las comunidades, en donde se busca que el ejercicio de la psicología vaya más allá de espacios privados, de consultorios de dolor; implica ver cómo las problemáticas que vivimos diariamente son producto de tensiones entre estructuras dominantes que ejercen poder sobre personas y prácticas, que dejan como consecuencia empobrecimiento económico, social y personal.
De manera que, la apuesta por construir una propuesta de psicología comunitaria, pasa por entender el contexto histórico en el cual la zona alta de la localidad Santa Fe se ha construido como una zona estigmatizada, insegura y tildada de exportar malhechores; Y en el que la historia de las luchas comunitarias de las organizaciones ha quedado invisible. Por ello, el reconocimiento de las múltiples historias y narrativas ha permitido tener una mirada crítica acerca de los discursos hegemónicos e identificar las potencialidades que cada una de las personas ha utilizado para vivir y resistir.
Adicionalmente, consideramos que, esta apuesta sólo podría darse desde una mirada feminista que permita hacer una lectura de esas desigualdades sociales, desde las relaciones de poder que no sólo se han dado entre clases sociales, sino también desde las relaciones más íntimas y personales, resaltando que, hay géneros que han tenido privilegios sociales, económicos, personales entre otros que diferencian del acceso a los servicios y la legitimidad en espacios públicos.
Partir de una mirada feminista es también poner en juego que las personas somos políticas, y por ende que nuestras decisiones también. Por ello, los espacios individuales y colectivos que se realizan en el barrio, buscan reflexionar sobre nuestras relaciones, en aras de construir desde una mirada crítica una propuesta de paz.
Sobretodo, está apuesta busca ser un camino para que las personas pueden ver sus potenciales de resistencia, sus fortalezas y saberes y reconozcan en ellos sus deseos, posibilidades y estrategias utilizadas, para retomar decisiones críticas, haciendo lectura de sus realidades particulares.
Por todo lo anterior, consideramos que desde la apuesta psicosocial planteada, es posible construir escenarios de paz en donde las personas puedan evaluar sus condiciones sociales a partir del reconocimiento de sus potencialidades, fortalezas, estrategias y creatividad en construir opciones no violentas a la resolución de conflictos, y exigibilidad de derechos, transformando las relaciones interpersonales.
Imágen:
Fotografía, Jesús Abad Colorado

Por: ROGELIO ACEVEDO O.
MAESTRO Y FILÓSOFO
Magister en Filosofía LatinoAmericana
El valor ético de la memoria.
La memoria, la capacidad de no olvidar, ha hecho posible a la humanidad. El ser humano es el animal más indefenso sobre la Tierra, que gracias esta potente capacidad de inhibir la tendencia a olvidar, ha facilitado su supervivencia.
Bajo el amparo de los mitos, la historia o la ciencia, el animal indefenso ha creado una especie de coraza, la cultura, que lo protege de su vulnerabilidad biológica. Esta coraza, sin embargo, no se diseñó para salvar seres individuales, sino comunidades. Son los humanos animales gregarios y construyen su mundo en comunidad. Por eso, toda memoria es colectiva antes que individual, yo soy con los otros antes que yo mismo.
El lenguaje que constituye mi memoria personal ha sido construido al amparo de la cultura de mi comunidad, por eso, todo saber es ético, porque se inventó para preservar la vida humana en comunidad. Todo discurso y toda práctica que se presente como anti-comunitaro, es corrompido. Primero por inmoral y según por falso.
Aquella práctica o idea que abogue por el privilegio de unos sobre otros es un atentado contra la memoria, un atentado contra la humanidad.
Imágen:
Fotografía, Obra de Teatro
"Ventitas y Ventarrones" - Colectivo teatral Luz de Luna.

Por: VALENTINA VEGA DIAZ
ESTUDIANTE DE CREACIÓN LITERARIA
Último Semestre
La memoria se vive en Centro Oriente
Los fulminantes Tap, Tap que recorren las calles de Centro Oriente cambiaron de signo, no es el sonido de las balas recorriendo las casas, son el Tap, Tap de los zancos que van barnizando el mundo. Es el barrio Girardot y todo el Centro Oriente Bogotano, cuenta con la Casa de la Cultura Leonardo Gómez “Para que éste país no pierda la memoria”, esta casa nace del Colectivo teatral Luz de Luna, el cual hace treinta años se puso como meta realizar los sueños y las utopías por medio del encuentro fraterno con el teatro para la gente de la barriada del Centro Oriente.
Hacer memoria del trabajo artístico es reconocer e identificar la construcción de los proyectos de vida en los que participan niños, niñas y jóvenes que pueden encontrar en la labor artística una salida a los conflictos y propuesta hacia los problemas que viven en sus barrios.
Mientras tanto, más arriba, en el Barrio EL Consuelo “La L con la O…Lo“La M con la A, Ma” Loma…es la forma en la que la Asociación Casa Vecinal el Consuelo enseña y habita en los barrios del Centro Oriente. Hace dieciséis años vienen trabajando con niños, niñas, jóvenes y padres de familia el arte de la educación popular. El cuaderno como las calles se han convertido en elementos para el aprendizaje, el dialogo con la lectura, empiezan desde el habitar el barrio, es decir, enseñar la i es hacer un recorrido y encontrar que la iglesia empieza con la i. Es así como los niños y niñas reconocen su barrio. Hacer memoria de estos procesos es reconocer la estrategia pedagógica para apropiarse del barrio, para defender el territorio, valorarlo y cuidarlo.
Así mismo, La Casa de la Comunidad ha hecho de las y los habitantes del Centro Oriente un refugio, las hermanas Bedrunas al calor de sus palabras y sus cuidados han construido un rio de historias. Las calles de los barrios han sido un espacio público de encuentro, el barrio es un punto de tránsito de las personas que con la creación de estas organizaciones han encontrado una isla rodeada a un mundo hostil, donde no solo las nuevas generaciones sino toda la comunidad encuentran otras posibilidades a la vida, donde no son excluidos, ni violentados, aquí encuentran un espacio en el mal llamado barrios periféricos como un séquito de excluidos.
Hacer memoria a estos procesos que se han construido con las uñas, es reconocer e identificar que este trabajo en los barrios, aporta a reconstruir la identidad, una identidad del Centro Oriente Bogotano, y además de eso son vientres para que otras organizaciones, otros barrios nazcan y se reproduzcan en sus propias historias para la transformación urgente de sus territorios.